Esta entrevista fue editada por razones de concisión.
Es muy interesante cómo, en el relato, el narrador pasa de una anécdota ajena a un recuerdo propio, personal. ¿Fue una decisión deliberada o a las historias y referencias fueron apareciendo a medida que escribías? ¿Cómo fue el proceso de escritura del cuento?
Vivir y escribir siempre han sido lo mismo para mí, es como jugar a la gallina ciega en las vías de un tren, y sólo si aprendes a percibir el mundo con todos tus sentidos, gracias al arte, puedes saber en qué dirección seguir y salvarte.
Me gusta leer mucha poesía, Federico García Lorca, dice que la “poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo algo así como un misterio” Siempre estoy buscando eso, juntar cosas que en apariencia no tienen conexión, y que por debajo están unidas de formas inesperadas.
Yo creo que este cuento, “Donde no llegan los trenes”, es el resultado de esa fe personal en la creación. Muchas veces el destino se viste de casualidad. Hay algo mágico y misterioso en la escritura y sus fuentes. Algunas cosas aparecen porque las buscas y otras llegan sin que seas conciente de su utilidad para las historias. Yo creo que los creadores son imanes que van atrayendo el material que terminará en sus obras. Picasso decía, “yo no busco, yo encuentro.”
El tema de los sueños es uno de los temas principales del texto, ¿cómo es tu relación con los sueños? ¿Los anotás, por ejemplo? ¿Te son una inspiración en la escritura?
Nuestra realidad es tan intolerable que necesitamos descansar de ella. No estoy seguro, creo que es Platón quien dice que “la realidad es múltiple y todo está en continuo cambio”, y por eso el ser humano –que intenta controlar esa realidad- termina abrumado, necesita distracciones, descansar de sí mismo y entonces busca olvidarse de esa realidad soñando con los ojos cerrados y también abiertos, y para esto último existe el arte, para salvarnos de las sobredosis de realidad.
¿A qué mundo nos vamos cuando soñamos? ¿Y si la muerte es un sueño del que todos despertamos de una manera u otra? Todo lo que no sabemos puede llenar el mar. Yo no recuerdo los sueños después de despertar, sólo me quedan algunas impresiones, vagas imágenes y sensaciones; es como intentar llenar en la memoria un crucigrama sin pistas y con palabras de un idioma del que sabemos pocas palabras. Tal vez dormir y ponernos a soñar sea como jugar a las escondidas con nosotros mismos. A nosotros, como especie, todavía nos queda mucha vida al final de los sueños y muchos sueños al final de la vida.
Siguiendo con el tema de los sueños, me quedé con esta frase: “quizá todo fue un sueño con olor a cosa viva”. Está muy presente, a lo largo del relato, ese límite fino entre el sueño y la realidad. En un cuento de Pessoa, un personaje dice: “El sueño es una acción que se tornó idea y que por eso conserva la fuerza del mundo y le repugna la materia, que es el transcurrir en el espacio”: ¿qué te genera esta frase? ¿Hay autores que te hayan inspirado a escribir sobre estos temas?
Yo creo que hay que interpretar el mundo, no tratar de entenderlo, porque esa comprensión es inabarcable. No sé qué pensar en realidad sobre esas líneas de Pessoa, que parecen un laberinto, y que me despierta la sensación de que nuestra búsqueda debe continuar, que debemos buscar entre todos ese significado que siempre está por encima de lo que se vive y siente.
Me entusiasman las teorías, creo que detrás de toda teoría siempre puede existir un poco de verdad, que ilumine más el mundo que nos tocó vivir.
Hay algo fundamental, sin los libros y el arte en general vivir sería imposible, te ayudan cuando todo lo demás falla, es como tener un bastón que te permite encontrar tesoros, muchas veces enterrados en la superficie de las cosas.
Todos tenemos autores que nos acompañan en esta aventura, yo tengo muy presentes los cuentos de Edgar Allan Poe, las historias de suspenso de Patricia Highsmith, y por supuesto Truman Capote y sus relatos; además está la luminosa poesía de Wisława Szymborska y las voces de Roberto Bolaño, Onetti y García Márquez; entre una larga lista. Hay autores que logran que los universos de sus historias sean como sueños de palabras.
Además de plantear estos temas interesantes, el relato tiene imágenes hermosas: los colores, el sol, la temperatura del agua, los aromas, las hierbas, el canto de los pájaros… ¿sos consciente del lugar del que nacen este tipo de imágenes? ¿Del recuerdo, de la imaginación, de la contemplación…?
¡Quisiera meterme en esa cabeza tuya para ver qué es lo que tienes adentro! Me dice mi madre. Uno no vive dentro del mundo, sino en el mundo que cada quien vive en su cabeza y en su corazón, eso hace una gran diferencia entre todos. Muchas veces me cuesta mucho trabajo decir lo que quiero decir. Además, siempre está el azar presente, la casualidad tiene un papel muy importante en la vida y en la creación, mucho más de lo que estamos dispuestos a aceptar. Yo creo que en realidad lo que practico es la curiosidad. Uno de mis pasatiempos favoritos, después de bailar, es salir sin rumbo y quedarme observando lo que hace la gente, meterme a cafeterias, bares y cualquier sitio y terminar hablando con ellos, descubriendo sus vidas y todo eso termina unido en las historias.
Siempre el asombro está primero, la curiosidad, y luego el esfuerzo por contar eso con palabras. Sin embargo, hay una gran verdad: todos queremos que la poesía esté presente en lo que hacemos, ya sea cuento, novela, guiones o crónicas. Y eso se hace muchas veces sin darse cuenta. Y en relación a mi conciencia sobre lo que hago, sobre como veo a mí mismo, me identifico mucho con lo que Athur Miller dijo alguna vez: “La única imagen que se me viene a la mente es la de un hombre que camina con una vara de hierro en la mano durante una tormenta de rayos.”