¿Cómo llegas a este cuento, Fabián?, ¿en qué circunstancias lo produces?
Este cuento hacía parte de una novela llamada Tres informes de carnaval, que escribí en 2011. Es uno de seis relatos breves sobre situaciones que pasan en Barranquilla. Como al final no los incluí en la novela, quedaron en el limbo por años hasta que los reescribí para darles coherencia de forma independiente.
La historia pareciera establecer relaciones geométricas entre las emociones de los personajes, felicidad y tristeza en proporciones inversas, paralelos en las perspectivas, etc., ¿por qué escoges ese juego?
Las personas no sabemos distinguir entre certezas y especulaciones, por un lado porque toda certeza es parcial, y por otro porque, en definitiva, no nos importa. Nos basta siempre con lo que queremos creer. En una situación de ruptura amorosa —como la que plantea el cuento— es usual que despleguemos un arsenal de suposiciones sobre lo que pasó y eso ni alivia el dolor ni resuelve el problema. En el cuento cada quien tiene una perspectiva distinta de lo que pasa porque así funcionamos. La realidad es asunto de cada quien; el engaño está en creer que esa perspectiva de la realidad es compartida. De ese engaño emerge el dolor.
La ausencia de puntos seguidos une cada evento y sensación con la misma puntada y nos deja en un remolino que apenas nos abre la puerta la vuelve a cerrar, ¿te parece justo?
La justicia no existe ni en la literatura ni en ningún otro lado. Ahora, en lo que respecta al punto seguido, la regla indica que sirven para separar enunciados dentro de un párrafo, lo que es ideal para la comprensión pero artificioso porque la realidad no funciona así: afuera está todo monstruosamente junto, el pasado y el futuro operan al mismo tiempo que el presente. Pensaba en eso cuando decidí prescindir de los puntos.
¿Qué otros temas y estilos exploras en tus cuentos?
Yo no tengo muchos temas. Es más, si lo pienso de rapidez, nada más tengo un tema pero no sé cuál es y todos los temas que creo tener no son más que aproximaciones a algo desconocido que se ejecuta dentro de mí. Cuando escribí esa historia me interesaba mucho el amor, en especial el horizonte de la pérdida que implica el amor. Aún me atrae, pero no tanto desde la posición de los amantes que extravían su amor en el camino. Ahora escribo sobre desempleados que viven de hacer tesis de grado, barrios populares que desaparecen para dar paso a conjuntos cerrados, el planeta Marte, asesinatos, cocineros de guerra y escritores que no escriben. Todo eso tiene que ver con el amor, pero, como dije, ese amor es más bien una aproximación a lo incierto.